Sé que ha pasado mucho tiempo desde la última vez que publiqué una entrada en este diario, al igual que sé que ustedes sabrán disculparme por ello. Entre unas cosas y otras, lo que prometía ser un verano tranquilo con tiempo suficiente para dedicarle a este diario, se ha convertido en tiempo de ajetreo:
Mi graduación, baños en la playa, escapadas, fiestas, verbenas…
¡Pero ya estoy de vuelta!
Uno de los recuerdos que me he traído conmigo de la playa ha sido la inevitable marca del bikini. Desde pequeña, he sido muy propensa a ponerme como un ‘conguito’ por poco que tome el sol. He de confesar, que lejos de agradarme, este estigma veraniego me suponía hasta hace bien poco un pequeño fastidio. ¿Por qué? El moreno es una bendición, visto incluso como un privilegio para muchas mujeres incapaces de tomar el sol sin achicharrarse. Sin embargo, muchas de las que gustamos de las pin-ups y su estilo, podemos llegar a anhelar una piel tan pálida como de la que presumían estas chicas de calendario, o tan oscura como las afroamericanas de la época. O blanco o negro,
pero el moreno intermedio es algo que a muchas no termina de convencer.
Pero no nos engañemos. Allá por los cincuenta, las mujeres no huían del sol como de la peste con tal de conservar su palidez en verano. Broncearse era un reto para muchas de ellas, y procuraban tomar el sol ya estuvieran en la playa… o en plena ciudad. El bikini apareció para combatir al bañador como salvador de las barriguitas blancas, para que el moreno fuera más uniforme. Y las más atrevidas no dudaron en desechar sus bañadores para probar los resultados que prometía la nueva prenda de baño.
Aquellos que no conciben el moreno en el dorado Hollywood…
¿Qué me dicen de Carmen Miranda, Lupe Vélez o Katy Jurado?
Lo que pretendo con esto es convencer a aquellas que aún lo duden, de que el color de piel es lo de menos a la hora de conseguir el look. No es necesario e imprescindible ser blanco, negro, amarillo o rosa chicle para vestir como a uno le apetezca. Menos aún para ser considerada una verdadera “pin-up”. Les aseguro que en 1954 había muchachas de todos los colores poniéndose los rulos y los labios de rojo para una cita. Mientras, Betty Page presumía bien morena en más de una portada.
Ténganlo en cuenta.
Diario de una Pin Up frustrada