Cuando firmé mi contrato de becaria frustrada hubo algo (muy importante) que pasé por alto. Sin ser consciente de ello, estaba firmando mi sentencia a un verano sin verano. El primer verano sin verano de mi vida. Algo que jamás pensé fuera a ser tan horrible.
De buenas a primeras, el verano deja de ser ese periodo de tres meses sin preocupaciones en el que se pierde la noción del tiempo para convertirse en… la misma rutina de siempre. La única diferencia con el resto del año es que hay quienes sí tienen un verano con verano, lo que te hace sentir un ser desdichado e infeliz privado de uno de los grandes placeres de la vida. Forma parte de esa cosa tan molesta llamada “crecer”. Con el tiempo, se adquieren nuevas responsabilidades y se pierden ciertos privilegios que nos convierten en “adultos”. Una palabra muy fea, la verdad.
Por suerte, tengo una semana de vacaciones (que presiento será la más corta de mi vida) en la que poder disfrutar de lo que solía llamar “verano”. Mientras tanto, tendré que acostumbrarme a esa extraña, breve y agridulce sensación de “veraneo” que comienza al salir de la oficina y acaba a las seis de la mañana con el chillido del despertador.
Si eres de los que está más que acostumbrado a los veranos sin verano (bien porque estés trabajando o bien porque no puedas pegarte unas buenas vacaciones lejos de casa), ¡tranquilo, no todo está perdido! Marilyn Monroe y Tom Ewell tuvieron un verano de lo más entretenido sin salir de casa en The Seven Year Itch, ¿por qué tú no vas a poder tenerlo?
Te traigo diez remedios caseros para hacer más llevadero el verano sin que la rutina de siempre te fastidie lo que debiera ser la estación más chula del año.
¿Empezamos?
Si eres de los que no tiene piscina privada o municipal y ni siquiera tiene un charco en el que poder meter los pies en diez kilómetros a la redonda, no sé a qué esperas para tomártelo con humor, ponerte el bañador y darte un buen chapuzón en la bañera. Está claro que no podrás tirarte de bomba, pero sí refrescarte un poquito e incluso ponerte manguitos
(por si las moscas).
Madrid es un solar maravilloso en verano. No hay ni un alma por la calle en pleno agosto… ¡porque está todo el mundo tomando el sol en la azotea! Quizás tu ciudad no tenga mar, pero seguro que sol no le falta. Aprovecha para ponerte morenito sin salir de tu edificio.
A falta de playa… azotea es buena.
Una de mis cosas favoritas del verano son las bebidas refrescantes. La casera con limón, los zumitos y batidos de frutas bien fresquitos… ¡y por supuesto el tinto de verano, la sangría y los mojitos! Pon el vaso hasta arriba de hielo y prepárate tu bebida favorita.
Hidratarse en verano es necesario… ¡y delicioso!
Llenar el salón de arena no es muy factible, la verdad. Pero sí montar una fiesta con buena música, bañadores, flotadores, collares de flores y cócteles con sombrillitas por todas partes. Monta una buena fiesta en casa y olvídate de a qué distancia queda la playa de ti.
Helado, helado, helado y más helado.
Comer helado es una de las mejores cosas de la vida. Ten un buen cargamento en el congelador y no te prives de uno de los placeres de esta estación. ¿Mi favorito? El helado de nube (de Hacendado). Demasiado empalagoso para Mr Buttercup… ¡pero a mí me encanta!
Puedes estar muy lejos de la playa, pero siempre tendrás un pueblo cerca.
Y todo pueblo que se precie tiene sus fiestas. Y toda fiesta de pueblo tiene una verbena.
Y no hay nada más veraniego que una verbena de pueblo. Yo que tú me iba a la más cercana y me echaba unos bailes en la plaza. Si no… siempre te quedará el salón de tu casa.
Por muy pequeño que sea tu pueblo siempre habrá algo que no conozcas de él.
Hay monumentos, sitios curiosos o museos que pasan desapercibidos a diario.
Aprovecha el verano para conocer a fondo tu ciudad, visitar los museos en los que nunca has estado y hacer un pequeño gran tour que te haga sentir “guiri” por un día. Merecerá la pena.
Si eres de aquellos que se van a pasar el verano estudiando…
siempre puedes hacerlo metido hasta la cintura en una piscina (o en una bañera)
con un bebida energética servida a modo de cóctel al lado.
Las tardes de verano son perfectas para disfrutar de un picnic en buena compañía. Ya sea en el parque más cercano o en el campo, siempre tendrás una gran ventaja con respecto a quienes decidan comer en la playa: Tu comida estará a salvo de las gaviotas y la arena.
Y por último, una sugerencia de parte de Marilyn:
“Cuando hace un calor como este, ¿sabes lo que hago?
¡Meto mi ropa interior en el congelador!”
Diario de Una Pin Up Frustrada