Un lápiz para dibujar
Dec 2nd, 2014 by Aldouspi

 “Ya le he dado aviso de que estás aquí, ahora mismo viene”, me tranquilizó la secretaria. Eran las 09:10 de la mañana y ya llevaba más de media hora esperando. 
Sentada en el sillón de la recepción, tan bonito como incómodo, me dediqué a contar los guijarros del jarrón que tenía al lado, a mirarme los zapatos, a hojear una revista… mientras esperaba a no sabía muy bien quién. 
Justo cuando un artículo sobre escándalos petroleros en Latinoamérica empezaba a despertar mi interés, apareció ella. La que sería mi primera jefa. Delgadísima, rubia y sonriente, me dio dos besos de bienvenida y me invitó a dar una vuelta para enseñarme la agencia. Creo que ahí, justo en ese momento, fue cuando me di cuenta de que había empezado una nueva etapa, mi primer día en aquellas oficinas.
Hileras de personas tecleando sin parar, teléfonos sonando, montañas de revistas… todo pasaba de largo a nuestro paso mientras ella daba los buenos días a unos y a otros, mientras yo la seguía sin perder detalle de todo lo que me rodeaba. “Vaya, vaya, Isabel. ¡Qué falda tan ajustada!”, le dijo en tono picarón una compañera. “¿Verdad que sí? Y no me la ajusto más por miedo a que estalle. Que si no, me la ceñía el doble” – respondió orgullosa acariciándose las caderas. Y siguió contoneándose por el pasillo a mi lado con un 
“¿Te apetece un café?”

Han pasado seis meses desde entonces y aún recuerdo aquella falda. 
Una de tantas con poder hipnótico que dominan el mundo desde los años cuarenta. 
Fue entonces cuando Christian Dior le hizo un hueco como imprescindible y poco a poco fue ganándose el cariño del público femenino. Básico de uniformes y atuendo de oficina, la falda de tubo o de lápiz definía la figura y la dotaba de sensualidad. No sólo porque dibujaba sin pudor las curvas, sino porque obligaba a juntar las piernas al sentarse y andar con paso recatado. Sin embargo, si el talle lo permitía y con ayuda de un pequeño tironcito que dejase las rodillas al descubierto, también era posible correr como alma que lleva el diablo. 

Marilyn Mornoe huyendo de los paparazzi (1956)
La falda de tubo era una de las prendas favoritas de la actriz
Sinónimo de feminidad y elegancia, la falda de tubo se deja llevar durante todo el año únicamente variando el tejido. Además, las combinaciones que permite son infinitas. 
Ya sea con blusa, camisa, jersey o básica… el resultado siempre es radiante. 
Otra de las bondades de la falda de tubo es que realza el cuerpo, ya sea para dar forma a una figura tan delgada como la de Audrey Hepburn o para definir la silueta de mujeres con exuberantes curvas, como Christina Hendricks. Más aún si lo acompañamos de la ropa interior adecuada, que nos ayude además a evitar marcados y costuras impertinentes.

Por todo ello te animo a que dibujes tu silueta con un buen “lápiz”. 
A que descubras tus curvas y presumas de ellas, sean como sean. 
Seas como seas. Siéntete orgullosa de ti y, ante todo, 
sé feliz.

Diario de Una Pin Up Frustrada

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